El Molí dels Frares de Campanar


El Molí dels Frares, una de las joyas medievales de la huerta de Campanar y del patrimonio cultural valenciano, está completamente abandonado. Se encuentra en la partida de Dalt de Campanar, sobre  la acequia de Rascanya, al fondo del camino que lleva hasta el río desde el camino del Cementerio de Campanar, lugar propio de molinos y de las mejores huertas regadas con el agua directamente cogida del río. Aunque sus orígenes se remontan posiblemente al siglo XV, el actual edificio incluye una parte original, posiblemente de este siglo, que en la planta alta conserva grisellas y escenas de batallas, con unos dibujos del s. XVII que recrean la batalla que libraron las tropas de Felipe IV en 1640 en la ciudad francesa de Salses, en el Rosellón. Este mural, con unas dimensiones de 5 metros de ancho por 1,30 de alto, fue redescubierto en 1994 por el historiador Eduard Pérez Lluch, y mereció todos los elogios de los responsables de la Generalitat. En el año 1997 la entonces directora general de Patrimonio, Carmen Pérez, se comprometió a restaurar el mural, aunque desconozco su estado actual. El Museo Histórico militar de Valencia expone una reproducción facsímil de este mural.

Edificaciones modernas adosadas al viejo molino

Planta alta

El Molino, declarado Bien de Relevancia Local, está constituido por un conjunto de edificios de épocas muy distintas. Destaca el cuerpo original, un edificio de dos crujías cubierto a un agua y de origen tardo medieval, que a lo largo del tiempo ha tenido grandes transformaciones, siendo la más importante la que se puede centrar en el S. XVII, época a la que corresponden las escenas antes reseñadas. La parte más cercana a la acequia era el molino y la más alejada la vivienda, pero el interior fue remodelado en épocas más recientes y no conservaba la disposición tradicional de la sala de muelas, que posiblemente se ubicaba sobre la acequia y bajo el actual cuerpo de nueva planta situado en la parte posterior del edificio original.

A finales del siglo XVI lo compró el Convento de Santo Domingo, de aquí su nombre popular "dels Frares". Este molino fue fuertemente remodelado en la década de 1940 por sus propietarios, la familia Blat, grandes industriales harineros de la ciudad de Valencia. Esto supuso la transformación de su parte productiva.

El edificio consta de dos crujía paralelas a fachada y cubiertas a un agua que vierte a la fachada principal. Se distinguen arcos apuntados en la fachada y arcos de medio punto en el muro central, formando ambos una estructura muy diáfana en origen, casi a la manera de lonja, que con el tiempo ha ido cerrándose y formando planos más opacos.

Fachada principal del molino, con los arcos apuntados de ladrillo

Viejo plátano frente al molino

Es precisamente esta estructuración porticada y diáfana lo que puede distinguir a los edificios económicos en la época tardomedieval, como podemos encontrar en la lonja lateral de la Alquería del Moro en Benicalap. La planta baja estaba dedicada posiblemente a almacenamiento e intercambio comercial, mientras que la planta alta debía tener tanto las dependencias de habitación del molinero, como otros espacios de almacenamiento; es allí donde se encuentran las pinturas. Desde estas estancias altas se vertían directamente el grano, la molienda, etc., sobre los vehículos o recipientes por medio de los orificios aún existentes practicados sobre el forjado. La cubierta a un agua unifica todo el edificio definiéndolo como un gran volumen, al cual se adosarían pequeños cuerpos autónomos, uno de los cuales debió ser la sala de molienda. Los arcos son de ladrillo, los forjados mantienen la tipología tradicional valenciana: viguetas de gran escuadría -aproximadamente 27 cm de anchura- con bordones tallados en los laterales de dichas vigas y bóvedas de ladrillo de 80 cm de luz. El plano de cubierta, relativamente moderno, formado por un entabacado de ladrillo sobre rastreles de madera que descansan en viguetería fina; al exterior un alero de obra y poco vuelo, muy distinto al que debió tener en origen, posiblemente de madera.

Fragmento del mural que se encuentra en el Museo Histórico Militar

En el interior no hay nada desde que dejó de funcionar allá por los años setenta. Ahora, como antes, el molino es propiedad de una familia que lo tiene en desuso y abandonado. A su alrededor han crecido construcciones y naves que se usan como talleres y que han contribuido también a su deterioro.

Fuentes:
Fotografías originales del autor

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