La avenida del Oeste, Valencia


El proyecto de modelado de la avenida Barón de Cárcer, que hizo desaparecer varias calles pequeñas y estrechas, fue presentado por Valencia al Gobierno central en 1907, y aprobado en 1912. Las obras de demolición para el primer tramo de la entonces avenida Barón de Cárcer no se iniciaron hasta 1940, bajo la tutela de de la alcaldía del Barón de Cárcer (Joaquín Manglano y Cucaló de Montull), cuyo título nobiliario sirvió para la rotulación de la avenida. Pere Martínez de Eslava, primer barón de Cárcer, recibió la baronía en 1437 del rey Alfonso el Magnánimo; posteriormente el título nobiliario pasó a la familia Cruilles, y de ella a Cucaló de Montull y Manglano. El rótulo oficial fue autorizado por acuerdo municipal en mayo de 1943. Sin embargo, por la orientación de la vía y por la denominación del proyecto inicial, se siguió utilizando popularmente y con mucha frecuencia el nombre de Avenida del Oeste. En 2017 se decide el cambio de nombre por el de Avenida del Oeste en aplicación de la ley de memoria histórica.

Finca de Hierro, de Vicente Figuerola, en la plaza de San Agustín

Edificio Merle, de Ignacio de Cárdenas

La zona en la que iba a desarrollarse esta avenida arrancaba de los terrenos derribados del extinto convento de San Agustín, del que solo se mantenía su iglesia, y habría de terminar en el puente de San José, lo que suponía cruzar en línea recta gran parte del centro histórico, en el lado oeste de la ciudad. Esta arteria se perfila con una anchura escasa de 25 metros, debiendo atravesar y sortear numerosas callejuelas y plazas, siendo necesario realizar un total de 699 expropiaciones.

Nº 44-46, de Javier Goerlich

Nº 44-46, de Javier Goerlich

La avenida discurriría desde la plaza de San Agustín hasta el puente de San José y buscaba convertirse en una vía rápida de conexión entre el norte y sur de la ciudad, facilitando el tráfico rodado. Un aspecto que, en cierto modo, resurge con la propuesta del ayuntamiento de peatonalizar el entorno de la Lonja e implantar la circulación en doble sentido en Barón de Cárcer, lo que ya ha recibido el apoyo de la asociación de comerciantes.

Nº 31, de Luis Albert Ballesteros

Conselleria de Bienestar Social. Nº 36, de Javier Goerlich

Con el proyecto se buscaba sanear el barrio y conectar con el Mercado Central. El proyecto de apertura seguía planteamientos decimonónicos de abrir avenidas de trazado recto, seccionando degradados barrios históricos, en línea con lo que habían hecho ciudades como Madrid, París, Londres o Viena. Una cirugía radical con dos cifras: 25 metros de ancho y 1 kilómetro de largo. Surgieron detractores y la propuesta finalmente se redujo al tramo comprendido entre San Agustín y la plaza del Mercado.

Nº 50, de Víctor Bueso Bellot

Esquina con Pie de la Cruz, de Pascual Genovés (izq.) y Miguel Colomina (der.)

El arquitecto Javier Goerlich ya estaba detrás de una reforma que se vio alterada por la Guerra Civil y no se retomaría hasta el primer trimestre de 1940, cuando comenzaron las obras de demolición por San Agustín. Desaparecieron calles como la de la Higuera, Cobertizo de San Pablo, las Almas, Grabador Selma... Se crea entonces una frontera urbanística con el actual barrio de Velluters, hacia cuyo interior se desplaza la prostitución en lo que luego se llamará el barrio chino. La avenida es un magnífico muestrario de la diversidad de estilos de estos años. Al nombre de Goerlich se unen los de Albert Ballesteros, Ignacio de Cárdenas, Miguel Colomina o Vicente Figuerola, autor de la Finca de Hierro que, aunque no forma parte de la numeración de la avenida, se considera su arranque.

Nº 34, de Salvador Pascual

Edificio Balkis, en el nº 26, de José Cort Botí. Albergó la sala de fiestas Balkis

La avenida pronto se convierte en epicentro comercial de la ciudad, una zona de tiendas emblemáticas, como la ferretería La Cadena, Galerías Todo, Almacenes Castaño, Ademar... Llega 1957 y el ayuntamiento recobra el proyecto primitivo, prolongando la avenida desde el mercado hasta la esquina con Guillem de Castro. La movilización ciudadana y la riada, que condicionó los presupuestos de la ciudad, hicieron que el proyecto volviera el cajón. Así hasta la actualidad, cuando la propuesta sobre la Lonja ha vuelto a poner en el punto de mira a la avenida del Oeste intentando finalizar la vía con una plaza digna.

Fuentes:
Fotografías originales del autor

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