El Palacio de los Borja, Valencia


Es una mansión aristocrática de estilo gótico y renacentista que actualmente es la sede de las Cortes Valencianas. El palacio fue construido en el siglo XV para residencia de la familia Borja obien Borgia, duques de Gandia, sobre un edificio anterior donde estuvo instalada la Escuela de Arte y Gramática de la ciudad desde 1408. Según consta en una lápida que se encuentra en la fachada, en 1412 también lo hicieron las Escuelas del Cabildo Eclesiástico. Está catalogado como Bien de Relevancia Local.

El palacio fue propiedad de distintas e importantes familias a lo largo de su historia, primero perteneció a la Casa de Borja desde 1485, fue abandonado a mediados del siglo XVIII por los duques de Gandía, quedando en estado ruinoso. Después perteneció a la Casa de Benavente y, finalmente, a la Casa de Osuna, hasta mediados del siglo XIX, momento en que se vendió el palacio al conde de Benicarló. Posteriormente, a mediados del siglo XIX, la familia Pujals lo adquirió para establecer una fábrica de seda. Durante la guerra civil española fue sede del gobierno de la II República Española instalado en Valencia. Actualmente es la sede de las Cortes Valencianas. 

Techo del Salón de la Música

Real Decreto de Nueva Planta, de 1707

El palacio, mandado construir por los duques de Gandía en la capital del Reino de Valencia, supuso la expresión de su preeminencia entre la nobleza local. El inicio la construcción coincidió con la concesión del ducado. De 1485 a 1520 se adaptan los edificios preexistentes y se elevan otros, se construye la escalera de piedra del patio por Pere Compte y se realizan importantes trabajos en los estudios, labores de cantería en ventanas y otros elementos relevantes. Del palacio gótico se conserva una portalada con arco de medio punto y la "logia" de ventanas del último piso. A pesar del lujo con que fue vestido el palacio y su importancia, la casa pocas veces estuvo habitado por sus propietarios que tenían su residencia permanente en el Palacio Ducal de Gandia. Con la expulsión de los moriscos, el ducado de Gandia entró en franca decadencia lo que motivó que el palacio fuera paulatinamente abandonado y entrara en fase de abandono.

Portada de acceso

Mobiliario original del S. XVIII

La principal característica del palacio es su amplia fachada limitada en uno de sus extremos por una torre que supera en poco la altura del cuerpo principal. Sin embargo todo lo amplio que tiene la fachada lo tiene de escaso en profundidad y es que en la Baja Edad Media la importancia de una familia también se medía por la grandeza de su palacio y esta fachada tan extensa hacía presumir un poder y una nobleza superior. En origen la torre debía estar almenada, en la actualidad tal defensa ha desaparecido y aparece un tanto desmochada.

A mediados del siglo XVIII, extinguido el linaje de los Borja, el ducado de Gandia pasa por herencia a los condes de Benavente y duques de Osuna, que abandonaron el cuidado del palacio que quedó en estado ruinoso y utilizado para diversos usos, así entre 1796 y 1797 fue utilizado como cuartel.

En 1846 el XVI duque de Gandía, don Mariano Téllez Girón vendió el palacio a Francisco Pujals para establecer aquí una fábrica de hilaturas de seda (Pujalt y Cia.). Para adecuarlo a dicha función el arquitecto Salvador Monmeneu realizó una amplísima reforma interior; con esta reforma de 1846 desaparecen los magníficos ventanales cuatrilobulados, y el delicioso trabajo de los ventanales del entresuelo con los típicos «festejadors». Entre otros usos que tuvo el palacio conviene destacar el de almacén de granos, teatro operístico o viviendas particulares.

En 1905 Juan Pérez de Sanmillán y Miquel aparece como titular del palacio por su matrimonio con Emilia Fontanals que a su vez había heredado de la familia Pujals. Juan Pérez de Sanmillán recibe el título de marqués de Benicarló y desde entonces el palacio será conocido como Palacio de Benicarló. Este nuevo propietario realizó numerosas remodelaciones en el edificio que alteraron su fisonomía anterior. En esta etapa renace la vida del palacio que recibirá ocasionalmente la visita de Alfonso XIII. 

Durante la guerra civil fue sede del gobierno Republicano instalado en Valencia. Después de la guerra es devuelto a su propietario Guillermo Pérez de Sanmillán y Fontanals, II marqués de Benicarló. En 1973 el Estado español compra el palacio como sede de la Jefatura Provincial del Movimiento. En la actualidad es la sede de las Cortes Valencianas (Corts Valencianes). Para esta función los arquitectos Carlos Salvadores y Manuel Portaceli adecuaron sus salas para esta función entre 1988 y 1994, además recuperaron en la medida de lo posible los elementos originales del palacio.


Escalera Oval modernista

Salón de la Chimenea, donde se reúne la Mesa de Les Corts

De las sucesivas transformaciones del interior, se conserva una escalera oval de cuidada factura, (detrás de cuyos muros que la conforman aparecen restos del neogótico de Ferreres) y sus vestíbulos. La planta noble se desarrolla a lo largo de un eje con una serie de salones de corte académico francés, ordenados en «enfilade» a lo largo de la fachada principal. En alguno de ellos se destaca el esmerado uso de los oficios que les confiere un nivel de acabado y ambientación resaltado en uno de ellos con los lienzos del pintor Ignacio Pinazo, colocados en el techo a modo de frescos. Dichos lienzos se han restaurado para su reposición.

Pinturas de Pinazo en el techo de la sala de portavoces

Sala de portavoces

En el hall principal podemos admirar un cuadro de grandes proporciones cedido por el Museo del Prado de Madrid que describe la manera muy detallada la batalla de Almansa (1707). Fue pintado por Bonaventura Ligli en 1709. También hay unas esculturas en escayola que representan a la familia Borja, obra del escultor Manolo Boix.

Fragmento del cuadro de la Batalla de Almansa

Esculturas de Manolo Boix

En el año 1989 se piensa en este inmueble como sede de las Corts Valencianes. La rehabilitación y ampliación corrió a cargo de Manuel Portaceli y fue inaugurada en 1994. El edificio conserva aún muchos de los elementos originales del palacio gótico, como los salones de la planta principal, la escalera modernista, una portalada con arco de medio punto, la logia de ventanas del último piso o el salón de baile, si bien hubo que adaptar algunas estancias para su nueva función; por ejemplo, para acoger el hemiciclo.

Fuentes:
Fotografías originales del autor

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