Las naves de Cros en Valencia


Hace unos años, la orilla izquierda del Turia era un foco insalubre de contaminación plagado de industrias químicas que vertían aguas residuales sin depurar y soltaban humos que hacían insufrible abrir las ventanas alrededor. Entre el Camí Fondo, las vías del tren de Barcelona y el Turia, el territorio estaba plagado de casas de baja calidad, alquerías de huerta semiabandonada e industrias químicas en declive, que la propiedad no modernizaba pero tampoco cerraba. Una de estas empresas era la Sociedad Anónima Cros, fundada en 1817 por Francisco Cros en Sants. Más adelante pasó a manos de Amadeo Cros.

La parcela del antiguo complejo fabril se situó junto al ya desaparecido tendido ferroviario de la línea Valencia-Grao, de capital importancia en el desarrollo de esta industria. Se dedicó a la fabricación de productos fertilizantes, en sustitución o complemento de los abonos tradicionales, consecuencia del desarrollo agrícola valenciano durante los siglos XIX y XX.


Estructura de madera de mobila

Las naves de madera de mobila que componían la antigua fábrica, que ocupaba unos 137.502 m2 de superficie catastral, de los cuales 48.000 m2 estaban construidos, fueron destinadas en su momento a la producción de fosfatos y superfosfatos. Presenta una doble estructura de 2 y 3 naves (Naves 1 y 2, respectivamente), prácticamente independientes y unidas por un paso cubierto a dos aguas. Son unas naves abiertas en todos sus lados, sin paramentos laterales de cierre, a excepción de los faldones de listones de madera que cierran sus frentes, sin llegar al suelo. La estructura está compuesta por dobles cerchas de madera con apoyos en columnas del mismo material, y cubierta doble a dos aguas, con sendas linternas para iluminación cenital, todo ello rematado por tejas planas o alicantinas. Todo el conjunto se asienta sobre una superficie sobreelevada, a modo de podium.

Toda la estructura es de madera, con ensambles entre las piezas y reforzadas con tornillos pasantes y roscas, a modo de empresillado. Los pilares son también de madera. Del conjunto de las naves de madera, se recuperan las 2 naves protegidas, que presenta un menor porcentaje de pórticos faltantes y un “mejor” estado de conservación, reutilizando los elementos estructurales de las naves no protegida.


Nuevo edificio del complejo deportivo

La rehabilitación de las naves comenzó en 2009, gracias a 3’9 millones del Plan E; pero cuando el Ayuntamiento quiso usar el segundo Plan E y construir otra instalación deportiva a cubierto, con 5 millones más, la empresa constructora entró en crisis y suspendió los trabajos. Desde 2015 albergan el complejo deportivo Juan Antonio Samaranch, con siete pistas de pádel en las naves. En el exterior hay otras once pistas de pádel y tres de tenis, más una piscina descubierta. En el edificio central nuevo, diseñado para no tapar las vistas de las naves recuperadas, hay una piscina cubierta y un gimnasio.


Otra de las naves de esta industria, ésta de hormigón, se ha reconvertido en iglesia. Construida en 1949, es de planta rectangular, de 96 m de longitud y 30 m de anchura, cubierta con una enorme bóveda cilíndrica, coronada por un linternón y con 19 arcos de hormigón armado que constituyen la estructura portante. El templo, denominado Parroquia Santuario de los Beatos Mártires Valencianos fue cedido al arzobispado por el Ayuntamiento presidido por Rita Barberá, a cambio del solar arqueológico de la plaza de L'Almoina, sobre el que se fundó la ciudad.

Este templo de 3.233 metros cuadrados, cuya primera fase de obras concluyó en 2010, tiene una torre campanario de 28 metros de altura y reviste su cubierta con trencadís. En la actualidad, ha sido rehabilitada toda la estructura del templo y habilitada la zona de los tres primeros arcos del edificio, que abarcan una superficie de 400 metros cuadrados, con capacidad para 250 feligreses.

Fuentes:
Fotografías originales del autor

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