La cripta de la Cárcel de San Vicente en Valencia


En la cripta, situada en la plaza del Arzobispo, se observa un edificio visigodo que se corresponde con una capilla funeraria erguida en el siglo VI para albergar los restos mortales de algún prelado. Está construida con una fábrica mixta de sillería y mampostería, poniendo especial atención en el acabado exterior, en el que se utilizan encantados de mortero para señalar los sillares. El edificio se cubría con bóveda de cañón y cabe la posibilidad de que tuviera una segunda planta. En los pies de la nave se construyeron arcosolios para contrarrestar los empujes de la cubierta, probablemente usados a modo de capillas para disponer sarcófagos.






El crucero está separado de la nave y del presbiterio por una doble línea de canceles, realizados en piedra caliza finamente labrada y sostenidos por barroterras de mármol. En el centro del crucero se halló una tumba y, en su interior, los restos mortales de un individuo masculino de edad madura. Por la posición de los huesos y las características de éstos se llegó a la conclusión de que se trataba de una inhumación secundada, esto es, que el cuerpo fue sepultado en otro lugar y posteriormente se desenterró y trasladó a esta tumba. En el exterior del edificio, en cada una de las esquinas, hay tumbas construidas con grandes fajas de piedra.

Este edificio formaba parte del conjunto episcopal, integrado además por la catedral, la cuña, una iglesia junta a ésta, un posible baptisterio y otra capilla gemela a la estudiada, así como una extensa necrópolis. Es muy probable que nuestro edificio estuviera comunicado con la catedral.

El espacio interior de la capilla se hallaba dividido en diferentes estancias mediante tabiques. Éstos se habían construido en época islámica para transformar el edificio en baños palatinos. A principios del siglo XI se amortizó está fase, arrojando tierra y escombros dentro de la construcción. En los niveles de amortización se encontró una ingente cantidad de cerámicas decoradas y sin decorar, así como dos espléndidos jarros de bronce, un huevo de avestruz decorado, y un dínar fechado en el 1007-1008. La cripta fue recuperada y restaurada por e Ayuntamiento en 1998.

Estatua de San Vicente Mártir del s. XIX

Tras la conquista cristiana en el año 1238, sobre los restos que quedaban en pie del edificio (solo el brazo norte del crucero), Jaime I mando edificar una capilla, dedicada a san Vicente Mártir, pues todavía se conservaba memoria de la vinculación del santo con el entorno, capilla que ha llegado hasta nuestros días y a la que se accede por la plaza de la Almoyna. Es la conocida como Cárcel de San Vicente Mártir. Según la tradición, en este lugar se encontraba una de las cárceles donde fue encerrado San Vicente Mártir en el siglo IV. Perteneció a la casa del Chantre hasta la desamortización de 1835. Se tiene constancia que desde el siglo XIV existía la capilla dedicada al santo y que en 1427 se construyó una capilla de nueva planta que es la que nos ha llegado hasta nosotros con varias restauraciones en su historia no todas afortunadas. La portada de acceso se realizó en 1831 a expensas del chantre don Miguel Cortés que además reconstruyó la capilla. A la capilla se accede a través de una portada formada por un arco de medio punto; por encima de éste, un segundo cuerpo en cuyo nicho central encontramos una pequeña figura de San Vicente Mártir obra de 1998 del escultor valenciano Rafael Orellano.


El martirio de San Vicente se produjo durante la última de las grandes persecuciones que Roma emprendió contra los cristianos. En el año 304, el obispo de Cesaraugusta, Valerio y su diacono, Vicente fueron apresados por orden del emperador Daciano y trasladados a Valentia para ser juzgados. La sentencia condenaba al exilio a Valero, que se libró de la tortura por su avanzada edad, pero todo el peso de ésta cayó sobre el joven diacono cuyo cruel martirio se convirtió en un ejemplo para la triunfante religión cristiana. Una vez muerto, su cuerpo fue arrojado a un muladar donde fue respetado por las alimañas, por lo que se le ató una rueda de molino al cuello, y arrojado al mar, del que fue devuelto por las olas, siendo enterrado por fieles cristianos. Después de muchos avatares, sobre su tumba se levantó una basílica extramuros, que la historiografía identifica con San Vicente de la Roqueta en la antigua Vía Augusta. Allí permaneció, hasta que como afirman varios autores, fue trasladado a la catedral de la ciudad durante la época visigoda. 

Fuentes: 
Fotografías originales del autor

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