La plaça de la Botxa, Valencia


Unos escriben botja, otros botxa, pero podríamos decir petanca. La plaza está dedicada a este juego. Se encuentra en el barrio de Velluters, a espaldas del convento de la Encarnación. Se trata de una amplio espacio con un solar en su centro. En 2011, el movimiento 15M Ciutat Vella-Botànic procedió a su limpieza y adecuación para uso común tras 20 años de abandono. Posteriormente el Ayuntamiento ha tapiado este solar impidiendo su uso por la ciudadanía.

En 2015 el impulso de la Asociación de Vecinos de Velluters y las manos del artista Toni Espinar han hecho posible el mural más grande de Valencia, que pretende ser el punto de partida para la regeneración de todo el entorno. La enorme pintura, de 36 metros de largo por 6 de alto, ocupa toda la trasera del Convento de la Encarnación, cuyos máximos responsables del Arzobispado y también la Conselleria de Cultura han dado su aprobación. Dos fines de semana tardó el autor en hacerlo con ayuda de ocho personas. El mural, que se ha costeado con ayuda de numerosas entidades sociales, ha querido reivindicar el pasado del barrio, vinculado a la seda, el carbón y la huerta, y el futuro del mismo, al menos de la plaza en el que está situado. Para el solar de 1.100 metros cuadrados que ocupa casi toda la plaza (80% de la Generalitat y 20% del Ayuntamiento de Valencia) se ha pedido la colocación de juegos infantiles y espacios para los mayores (petanca).




Otro solar de la Generalitat Valenciana que está pegado a éste y da a la calle Balmes, junto al Gremi de Fusters. El edificio, poco conocido en la ciudad, es un palacete de planta rectangular ordenado construir por el citado gremio a mediados del siglo XIX, muy cerca de las torres de Quart de València. En 1.479 los propios artesanos valencianos de la madera levantan el Palau de Balmes para las reuniones de la “Confraria e ofici dels fusters”. En 1.774 se renuevan las ordenanzas del Gremi de Fusters por medio de una Real Cédula del Consejo de Castilla y los 60 carpinteros del gremio de Valencia vuelven a reconstruir el antiguo palacio de la calle Balmes, elaborando cada uno de ellos los 60 cajones del artesonado que decora sus techos, así como otros elementos de madera que todavía se conservan en el edificio. En el interior alberga un salón de actos de proporciones monumentales y una altura equivalente a tres pisos. El edificio, que fue incautado por la dictadura, lo recuperó el Gremi de Fusters con la democracia. A mediados de los años noventa y gracias al Plan Riva, la Generalitat financió la rehabilitación integral del inmueble.

Actualmente el edificio ha sido alquilado a una empresa para la celebración de eventos culturales y sociales



Palau Balmes, sede del Gremi de Fusters

El propio origen de las Fallas parece estar vinculado a la antigua costumbre del Gremio de Carpinteros de quemar los trastos viejos el día de San José, su patrón.

Fachada a la calle Balmes


Fuentes:
Fotografías originales del autor

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