La sede del gremio de Esparteros y Alpargateros

 

El antiguo Gremio de Esparteros y Alpargateros de Valencia acogía gran cantidad de operarios por la abundancia de espartos en los montes de la provincia. Tenía su casa gremial en la antigua calle Portal Nuevo (actualmente el número 1 de la calle de Salvador Giner), frente a la del gremio de Cuberos. Su bandera era de damasco carmesí con fajas de oro y en ella bordada en oro la imagen de san Onofre, su patrono. La fiesta anual la celebraban en la iglesia del Convento del Carmen, en el altar de San Francisco.


Sobre la puerta de acceso se encuentra un panel cerámico de su santo patrón, San Onofre. Así lo describe el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos: “De medio cuerpo, desnudo, tras un matorral, Onofre con los brazos recogidos sobre el pecho contempla un libro con una calavera, la corona y un crucifijo sobre el altar pétreo; detrás la palmera y un ángel efebo que lo consuela. Abajo en dos medallones un manojo de esparto y los instrumentos de los sogueros a cuyo gremio protege, y en cuya casa se halla el panel. La orla tiene marco dibujado con entablamento fino, dos ménsulas-hoja de acanto, pilastras con basamento policromo. Realizado con pintura cerámica policroma vidriada sobre fondo estannífero liso. Perdilada con manganeso. Posee inscripciones (Abajo en el centro) : "S ONO / FRE". "AÑO 1804" El retablo tiene un formato vertical, cuyas dimensiones son 1 x 0,8 m Tiene un total de 25 piezas (Además marco de acantos en "S" y botones y azulejos de flor suelta en el tímpano)”. El panel es Bien de Relevancia Local. Los símbolos incluidos en la base de la orla –esparto, aguja, punzón y alpargata- alude a este patronazgo. Es uno de los escasos paneles que sobreviven “in situ” en la ciudad de Valencia.

Al parecer San Onofre fue hijo de un rey egipciaco o abisinio y que vivió en el siglo IV. El diablo logró que su progenitor lo entregara a las llamas como prueba de si era hijo de una relación adulterina de la reina, prueba de la que resultó ileso. Ya de niño entró en un convento de la Tebaida egipciaca (monjes que vivían en el desierto). De adulto abandonó el cenobio y marchó a vivir de ermitaño. La tradición relata que una luminaria le acompañó en el itinerario hacia lo que sería su ermita. Solo comía dátiles y agua. Como vestimenta únicamente poseía sus propios cabellos y hojas de palma o hierbas del desierto entretejidas. Un ángel le daba pan y vino a diario y los domingos también la comunión. Sobrevivió de esta forma durante 60 años. Se le representa como un santo provecto de luengas barbas y envuelto en sus propios cabellos. También puede aparecer situado en el desierto, en ocasiones al lado de él aparecen: la Regla de Antonio Abad, el cráneo y la cruz que presidían sus meditaciones, la palmera de cuyos dátiles se alimentaba e incluso una alforja (símbolo de las raciones que nunca le faltaron).

Fuentes:
Fotografías originales del autor

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