Residencial Espai Verd, Valencia



Diseñado por Antonio Cortés Ferrando. El punto de partida del proyecto era crear un edificio de viviendas ajardinadas en una zona de transición entre el barrio de Benimaclet y l’Horta Nord, en la actual calle Músic Hipòlit Martínez. Mas allá de responder a las necesidades de un edificio residencial, L’Espai Verd se concibió como un “ciudad compacta” donde lo privado y lo público tienen el mismo valor. Por encima de todo, prevalece una concepción ecologista muy avanzada a su tiempo que se materializa a través de los diferentes hábitats creados en el centro de la construcción: miradores, fuentes, zona deportiva, piscina, e incluso una montaña con pinos configuran un continuo vegetal que se apodera de todo hasta entrar en las viviendas y convertirlas en auténticos oasis urbanos. La compleja volumetría resultante se desmarca del entorno urbano existente con el fin de obtener una mejor orientación para cada una de las viviendas y sus respectivos espacios exteriores. Una modificación del Plan General permitió girar el edificio 45º con respecto a la trama urbana lo que contribuyó aún más si cabe a que el edificio se entienda como una pieza singular que destaca dentro del conjunto de edificios que le rodean.


El proyecto está compuesto por un total de 108 viviendas distribuidas de forma escalonada atendiendo a la orificación de las mismas dentro de la parcela. Mientas que hacia el sur la altura del edificio está limitada a cinco plantas, en el extremo norte llega hasta quince. Esta configuración hace que el edificio se encuentre en un espacio indeterminado entre la alta densidad del centro urbano y la vivienda suburbana alejada de la ciudad. Ya sea en planta única, dúplex o tríplex, todas las viviendas responden a las necesidades comunes a las que aspiraban todos los cooperativistas: cuatro dormitorios, ventilación cruzada y cerca de 100 metros cuadrados de espacios verdes privados. Los esfuerzos y el tiempo dedicado tardaron casi diez años en dar sus primeros frutos. En 1991 se entregó la primera de las cuatro fases en las que se decidió organizar la construcción del complejo, con el fin de agilizar el ritmo de construcción y su adjudicación.
Nada más entrar al edificio, una enorme fuente de la que cae agua continuamente proporciona un clima húmedo al lugar. Desde aquí se ve el estanque con peces rojos y la falda de una montaña de unos cuatro pisos de altura que fue creada con la tierra que se extrajo de la construcción del parking. Sobre la montaña se ubica la piscina. Debajo de la montaña, un local que será destinado a un club social, a una sala de exposiciones y a un centro de producción. Un enorme panel señala los distintos tipos de pájaros que unos vecinos aficionados a la ornitología han ido confeccionado. La planta baja y la cuarta planta sirven como conexiones horizontales de todo el edificio que, a su vez, está repleto de calles ajardinadas que son elementos vertebradores y ciertamente laberínticos. El corredor que da acceso a las viviendas de esta cuarta planta se convierte en una pista de footing.


El interior de las casas es similar a un chalet de montaña: una planta baja con comedor, cocina, salón y baño, además del acceso a la parte ajardinada y una segunda altura para los espacios personales y más baños. Todas las construcciones cuentan además con un estudio, ya que Cortés proyectó ya a finales de los 70 la evolución de una atmósfera laboral dirigida al trabajo desde casa. Fuera de las casas, las zonas comunes son más comunes de lo habitual. El edificio de 8.000 m2 de solar no buscaba el máximo aprovechamiento del espacio.

Fuentes: 
Fotografías originales del autor.


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