La Plaza Redonda, Valencia


Fue construida en 1840 por el arquitecto valenciano Salvador Escrig tras la demolición del antiguo matadero, que estaba en desuso desde principio del siglo XIX. Tiene una singular forma redonda, con cuatro entradas en los puntos cardinales. No se permite la circulación motorizada y de hecho las dimensiones reducidas de la plaza lo hacen imposible: es una de las plazas más pequeñas de la ciudad.


Tiene un acceso principal desde la calle de San Vicente Mártir, en donde esta desemboca en la plaza de la Reina; las otras entradas dan a las calles estrechas que la rodean por todos los lados. Conjunto catalogado como Bien de Relevancia Local.



La Plaza Redonda se encuentra rodeada por un total de treinta y cuatro edificios de distintas características. En ella se disponían puestos de un mercado ambulante que se unían a los pequeños comercios situados en las plantas bajas de los edificios de la plaza, edificios de tres pisos de altura con una barandilla corrida en el piso inferior. El mercado ambulante sería poco a poco sustituido por puestos permanentes y para mediados del siglo XX, al cumplir sus primeros cien años la plaza tenía en su interior un círculo de tiendas dedicadas a la venta de objetos domésticos y comestibles. 

En 2012 se han colocado nuevos puntos de venta en el anillo interior de la plaza y se ha colocado una nueva cubierta de menor altura que la anterior, con placas de vidrio que reducen considerablemente la entrada de luz solar pero sin restar luminosidad a la plaza. En total se han instalado ocho puestos dobles de ventas que hacen un total de 16 puestos en el anillo interior.


La plaza desde el campanario de Santa Catalina

En el centro de la plaza se colocó en 1850 una artística fuente de taza redonda y de cuyo centro sale un pilar acabado en columna. Sobre la columna un farol tradicional valenciano servía como punto luminoso central de la plaza, pero en la última remodelación el mismo ha sido retirado por ser un añadido posterior que además no añadía nada a la plaza. Cuatro caras de bronce, una por cada lado, dejan caer el agua sobre la taza.

Fuentes:
Fotografías originales del autor.

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