El Camí Vell i el Camí Fondo del Grau


En anteriores entradas hemos iniciado el camino que, partiendo del centro de la ciudad, recorre la calle del Mar y la avenida de Navarro Reverter en dirección al Grao de Valencia, punto de entrada y salida de mercancías de la ciudad. En esta publicación, continuación de aquellas, veremos las principales vías que conectaban la ciudad con el Grao.

Desde tiempo inmemorial, personas y mercancías han circulado hacia la ciudad para acceder a ella por el puente del Mar, que solo tuvo escaleras y fue peatonal en 1933. Por la actual avenida de Navarro Reverter se accedía a la ciudad por la Aduana, que es la actual Audiencia. El camino medieval tradicional que unía ambos enclaves era el más tarde conocido como Camí Vell del Grau. Actualmente este camino coincide con el trazado de la calle Islas Canarias. El Camí Vell del Grau alternaba con el Camí Fondo, llamado así por estar más profundo gracias al cauce del río Turia. Su trazado coincide de forma aproximada con la calle Asturias y la avenida Baleares.

Uno y otro, por los datos de que se dispone, estaban en pésimas condiciones en el siglo XVIII, un momento en que la economía, bien dirigida por los ministros de Carlos III, proyectó la necesidad de que Valencia tuviera un buen puerto. Coincidió ese momento con un hecho singular: el Reino de Valencia fue autorizado por la Corona para comerciar con América, algo que había tenido vedado desde el descubrimiento.

De norte a sur, los caminos Nou, Vell y Fondo del Grau. Foto: Google Earth

Fue entonces cuando se encargó al arquitecto Vicente Gascó, entre otros, la prolongación de la Alameda, desde el puente del Mar. El proyecto se demoró en exceso, como la construcción del puerto mismo. Pero al final se pudo inaugurar el trazado, perfectamente recto, en el año 1801: era la primera gran avenida de la ciudad, trazada de forma moderna y comunicada con el Plantío o Alameda, el otro lugar de lujo de la ciudad.

Llegar al mar, entrar o sacar mercancía del Puerto. La vía más transitada de Valencia siempre fue esa. Y la prueba más palpable de su importancia es que a finales del siglo XIX se le pusieron unos carriles metálicos para hacer que los carros, previo pago de un peaje, pudieran circular con mayor comodidad. Toda la riqueza que Valencia ha exportado -cerámicas, textiles, esparto, alcoholes, seda, vino, cebollas, naranjas-ha pasado por ese camino, durante siglos, a bordo de millones de carros que, para rodear la ciudad, tenían a su disposición un Camí de Trànsits.

El 17 de abril de 1892 se inauguró en Valencia una línea de ancho métrico tranviaria, cuyo trazado partía de la Plaza de Tetuán, cruzando el rio Turia por el puente del Real hasta el Paseo de la Alameda, por cuyo andén lateral discurría hasta alcanzar el llamado Camino de la Soledad y desde allí por el Camino Viejo del Grao alcanzar la Plaza de Espartero en el Grao de Valencia, cubriendo los 4.342 ml de su trazado, con cinco apartaderos para convoyes. Esta línea fue autorizada a prolongarse el 14 de junio de 1891, hasta el Cabanyal alcanzando los seis Kilómetros hasta la Playa de Levante, entrando en servicio el 18 de junio de 1893. La línea conocida popularmente como “El Ravachol” pasó a manos de la “Sociedad General de Tranvías”, constituida el 11 de julio de 1893.

En nuestros barrios se producía la conexión sustancial, el cruce, de Trànsits-Eduardo Boscá-Cardenal Benlloch- con los tres Caminos al Grao. Si en tiempos clásicos estaba el puente del Mar para cruzar el Turia, luego se construyeron, y se ampliaron, los de Aragón y Ángel Custodio. En ese nudo de comunicaciones es natural que naciera una activa red de talleres, empresas e industrias, durante los siglos XIX y XX. Y que se dieran, además, dos modelos de asentamiento: los servicios (talleres de reparaciones, comercios y tabernas para los carreteros) y las viviendas obreras, que fueron apareciendo de forma aislada, perdidos algunos grupos en la huerta, única forma de poner al alcance de los trabajadores el codiciado techo.

Comenzamos nuestro recorrido por estos dos antiguos caminos, Camí Vell y Camí Fondo. Al inicio del Camí Vell, actual calle Islas Canarias, encontramos a la izquierda el antiguo almacén de maderas “Viuda de Olmos”, a espaldas del Palacete Burgos. Se trata de una edificación perteneciente al complejo industrial de principios del siglo XX propiedad en aquella época de la empresa Viuda de Olmos y Compañía, dedicada a la carpintería y al almacenamiento de maderas. Esta edificación, de propiedad municipal, todavía conserva una espléndida cenefa de azulejos de estilo modernista que en la actualidad están sucios y descuidados, y la cornisa se encuentra dañada.


Viuda de Olmos

A la altura del número 42 de la calle se inicia la barriada de casas baratas “Infanta Isabel”, delimitada por nuestros dos caminos, Camí Vell y Camí Fondo. Se trata de viviendas de doble altura con jardín delantero, construidas en 1928 para trabajadores de la cercana fábrica de Gas Lebón.

Cooperativa Infanta Isabel

Frente al número 127, y haciendo esquina con la calle Luis Merelo y Mas, hay una casa aislada con jardín en la que hay un centro budista; un poco más allá, en una isleta ajardinada entre la calle Islas Canarias y la venida del puerto, casi escondida entre la vegetación, se encuentra la Creu de Grau. Se trata de una reproducción del original pero sin cubierta y en hierro. Este lugar no era su emplazamiento original ya que por motivos de tráfico ha sido desplazada de lugar en repetidas ocasiones. En su origen era una cruz de término gótica, de ella ha desaparecido la cruz en piedra, que ha sido sustituida por una de hierro, mientras que original solo se conserva en bastante mal estado el pedestal de forma octogonal y algunas imágenes que la adornan. Al igual que el resto de las cruces de término de la ciudad la cruz se encontraba cubierta por un casilicio hoy desaparecido. Encima del pedestal y sobre una bola de piedra tiene en hierro el escudo de la ciudad y sobre él una cruz de ocho brazos. El conjunto está sobre una basa circular de piedra.

Centro budista
 
La Creu del Grau

A esa misma altura, entre la calle Islas Canarias y la avenida Baleares, se encontraba la antigua fábrica de Gas Lebón. En 1844 la compañía se implantó en Valencia con el nombre de “Sociedad Valenciana para el Alumbrado de Gas”, en un primer momento en el Pla de Remei, entre las calles del Grabador Esteve y de Colón, para trasladarse dos décadas después a su ubicación definitiva, en la calle de Fuencaliente. La empresa, denominada Gas Lebón a partir de 1893, extendió su actividad en toda la ciudad. Un siglo más tarde tenía más de 60.000 abonados, solo por detrás de Madrid y Barcelona. La posterior aparición del gas butano y la distribución de energía eléctrica propiciaron el cierre de la fábrica en la década de los ochenta. Como resto de la fábrica queda, en un parque, un depósito de gas que ha sido recientemente restaurado. El depósito de Gas Lebon es totalmente circular, con un diámetro de unos 28 metros y una superficie en planta de 606,41 metros cuadrados. Está rodeado de una estructura aérea de vigas que forman un prisma de 11 lados. Formaba parte de un conjunto de tres grandes depósitos, y este, que es el único que queda, era el más pequeño, mientras que el más grande alcanzaba hasta los 36 metros de diámetro. La instalación está en trámites para ser declarada Bien de Relevancia Local.

Depósito de Gas Lebon

En el cruce de Islas Canarias con la calle Siete Aguas se halla la nave de CIVSA, construida hacia 1930, abandonada y sin mantenimiento. Un poco más adelante, en el número 247 de la calle Islas Canarias. próximo al cruce con la calle Ibiza, encontramos la nave de abonos José Campos Crespo. Es un edificio de arquitectura modernista industrial de principios del siglo XX (1913) de Demetrio Ribes. Ahora es un centro deportivo.


Abonos José Campos Crespo

CIVSA

Finalmente, ya en la zona cercana al puerto, en el Camí Fondo del Grau, ahora llamado en este tramo calle Juan Verdeguer, hay un conjunto de naves industriales que están siendo rehabilitadas para distintos usos. Las tres primeras naves, de 5.000 m², han sido convertidas en Centro de Creación Contemporánea, con el nombre de Las Naves, tras una inversión de ocho millones de euros; el Ayuntamiento de Valencia, a través de la Fundación València Escena Oberta (VEO) ha firmado un convenio con las organizaciones profesionales Colegio Oficial de Decoradores.


Las Naves

El Ayuntamiento de Valencia ha anunciado una iniciativa para rehabilitar y convertir las Naves Ership en un centro deportivo. Se trata de un espacio conformado por dos, una de 1184 m2 y otra de 1293 m2 construidas en 1931 pero abandonadas actualmente. Estos edificios de propiedad municipal cuentan con una fachada principal de ladrillo con elementos ornamentales. Esto permite observar la esencia arquitectónica de las antiguas fábricas.

Naves de Ership

Harinera Levantina

Junto a ellas se encuentran las naves de Harinera Levantina. La antigua fábrica de harinas y piensos, que conserva la gigantesca tolva, se convertirá en la versión dedicada a la economía y el emprendimiento del espacio de Innovación que suponen Las Naves. Las obras de reforma del edificio van a transformar un espacio fabril en una nave inteligente, con todas sus dependencias reparceladas y acondicionadas a la modernidad. El proyecto cuenta con una inversión de tres millones y medio de euros. A su lado se halla el colegio público San José de Calasanz, que también será rehabilitado próximamente.

En la parte posterior de estas naves el espacio se ha urbanizado y se ha creado una zona verde de 4700 metros cuadrados, además de viales, servicios púbicos y parcelas edificables.

Ceip San José de Calasanz

En el año 1787 los arquitectos Vicente Gascó, Antonio Gilabert y Joaquín Martínez elaboraron un proyecto para un nuevo camino de la ciudad de Valencia al Grao, contiguo al camino medieval, que fue inaugurado en 1802 por Carlos IV; pero este será motivo de otra publicación.

Fuentes:
Fotografías originales del autor, salvo mención

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