La avenida del Puerto, el "Camí Nou del Grau"



La línea de costa de Valencia, carente de cualquier abrigo natural, fue un serio obstáculo para el inicio de los intercambios marítimos comerciales. El puerto era una playa abierta, al igual que hoy es la del Cabanyal, con un puente de madera que era necesario reparar después de cada temporal. Existiendo puerto y actividad comercial era preciso que existiera una vía de comunicación entre el Grao y el puerto y la ciudad árabe fluvial.

La evolución del camino del Grao fue, lógicamente en paralelo a la del puerto. Así, después de los proyectos de Tomàs Güelda de finales del XVII y primeros del XVIII de construir un muelle, desde 1762 existieron diversas iniciativas para acondicionar el puerto de Valencia a su creciente actividad mercantil. El paso definitivo lo dio, en 1792, el ingeniero Manuel Miralles, cuando diseñó la base de la tradicional dársena. No es casual que la avenida del Puerto, como la conocemos hoy, fuera proyectada en 1788 por el arquitecto Vicent Gascó Masot y fuera inaugurada en 1802 por Carlos IV. De hecho fue llamado Camino Real ya que conectaba el puerto con el Palacio Real de Valencia , en su último tramo a través de la Alameda. Cuatro filas de chopos daban sombra a una avenida, ancha para los usos españoles de la época, que se abría con un óvalo en cada extremo. El camino nuevo del Grao, que canalizaba el tráfico de los antiguos Camí Vell y Camí Fondo del Grau, fue durante todo el XIX y parte del XX vía para carros y carretillas, tranvías de sangre (con caballos) y diligencias, y posteriormente eléctricos, pero también un lugar de esparcimiento, plácido y agradable, bordeado por nogales , jardines y campos, casas y alquerías como las de Platero, el Famoso, Blanch o de la Font. Constantí Llombart, en una guía de 1887, también nos habla de los bancos de piedra que tiene el camino en los bordes y nombra a los chalés ajardinados de Martínez Boronat, Navarro Reverter o Balbino Andreu.

En la parte superior, el trazado recto del Camí Nou del Grau, en contraste con el Camí Vell y el Camí Fondo.
Foto: Google Earth

El camino del Grao, a finales del siglo XIX poseía un tránsito de 3.500 a 4.000 vehículos, cargados en su mayoría de mercancías que transportaban entre Valencia y su puerto, así que su conservación se hacía costosa y reiterativa. El Ayuntamiento gastaba anualmente 35.000 pesetas en piedra partida que el cilindro de vapor comprado exprofeso apisonaba sin cesar. Las reclamaciones continuas del gremio de carreteros, ya que el camino al Grao era de los que tenían que pagar peaje por circular por él, llamado portazgo, hicieron que el ayuntamiento pensase en adoquinarlo e incluso entarugarlo, no pensemos en cubrir toda su extensión de madera, sino crear unos raíles de madera sobre los que circularían los carros. Por ello se proyectó la instalación de carriles de acero en el que no pueden haber baches por uso, con un desgaste igual y continuo en todo su trazado, obteniendo rodadas o carriladas artificiales de muchos años de duración. La sección del camino contemplaba a derecha e izquierda del camino dos carriles por los que marchaban en direcciones opuestas los carros cargados de Valencia al Puerto y viceversa. Visto desde el puerto hacia Valencia por la derecha los que van a Valencia y por la izquierda los que venían al puerto, quedando libre el centro para los coches de caballos o carros descargados, los cuales no representaban problema de desgaste excesivo en el firme. El proyecto se aprobó y salió a subasta el 6 de junio de 1889. El resultado fue óptimo, provocando importantes ahorros en el mantenimiento, confort y comodidad al transporte de mercancías. Se amplió el trazado hasta cruzar el puente de Aragón y tal fue la bondad del sistema que a la hora de planificar la futura Valencia y su ensanche, Francisco Mora Berenguer en 1907, no dudó en incluir una ronda perimetral basada en este sistema de transporte. La idea original de carriles metálicos para guiar los carros del Sr. Messeguer a finales del Siglo XIX no fue ni tan siquiera modernizado y el mismo sistema se instaló en las nuevas avenidas conocidas como ronda de tránsitos.

Callejón Suay

Iglesia de San Juan de la Ribera, en el callejón Suay

Desde finales del siglo XIX y principios del XX se construyeron nuevas viviendas, fincas y casas modernistas y algunas industrias y almacenes de los que hoy quedan escasos trazos. Los autores contemporáneos alabaron tanto su valor estratégico como la racionalidad de su trazado.​ Alrededor de esta arteria, que se convirtió en el eje principal entre la ciudad y el puerto, creció rápidamente una serie de almacenes, talleres y, más tarde, factorías.

A finales del siglo XIX era una de las vías más transitadas de la ciudad, especialmente durante el verano, cuando gente de todas las clases sociales se dirigía a Villanueva del Grao o al Pueblo Nuevo del Mar a fin de recrearse. En 1909 la cabecera del camino nuevo acogió la Exposición Regional Valenciana, para la que se construyeron un buen número de edificios modernistas y eclécticos de los que quedan unos pocos, principalmente en el barrio de L'Exposició. La avenida se sometió a cambios en la jardinera central en el año 1996 continuando con dos sentidos, para dar paso en el año 2005 a unos cambios importantes con motivo de la Copa América, cambiando el tráfico en sentido únicamente descendente y añadiendo un carril bici.

La Casa del Médico, también conocido como palacete Burgos, debe su nombre al cirujano de la plaza de toros, José María Aragón, quien fue su propietario. La mansión es el vestigio más importante del Camino del Grao.

Palacete Burgos

Fachada del número 41

Si hacemos el paseo en dirección al Grao, apenas llamarán nuestra atención el tramo de fincas del número 33 al 47; entre ellas la fachada de Bodegas Navarro Zea, en el número 41. Y enfrente, en el número 50, una fachada con fachada de azulejos.

Vivienda en el número 50

Número 196

Entre Cardenal Benlloch y el callejón de Suay, un callejón sin salida en realidad, junto a la entrada del parque-colegio de Santa Anna, algunas casas de dos alturas o finquetas modernistas con frontera de azulejos, la mayoría de ellas en mal estado, como las de los números 67, 109, 172, 184, 196; las cuatro casas modernistas que sobreviven en los 78-80-82-84; fincas señoriales con motivos modernistas o naturalistas (106, 205).

Antiguo dispensario antituberculoso

La Creu del Grau

En el número 110 encontramos el antiguo dispensario antituberculoso provincial, reconvertido en un centro del Instituto Valenciano de Servicios Sociales. Frente al número 119, medio escondida entre la vegetación de una isleta ajardinada y tras la marquesina de la parada del autobús adivinamos la Creu del Grau, del siglo XIV aunque muy modificada. Sobreviven también algunas antiguas naves (91, 93); el complejo industrial harinero de Guillermo Pons (siglo XIX), rehabilitado y que hoy alberga el hotel Check in Valencia (129); el edificio de Industrias Aceiteras Casanova , rehabilitado como edificio de oficinas en el número 193; la finqueta de la academia Trafalgar (183) con su tipografía cerámica, o el bloque de casas bajas del 242, con fronteras de ladrillo visto. Escaso bagaje de supervivencia para cuatro largos kilómetros de avenida y ocho siglos al menos de historia.

Hotel Checkin, antigua harinera

Aceitera Casanova

Cerca de su final, en el antiguo Poble Nou del Grau, encontramos también la iglesia de Santa María del Mar, del siglo XVII, y muy cerca de ella, el edificio de las Atarazanas, del siglo XIV. Y ya en su encuentro con el puerto, encuentra importante colofón en el bar Casa Calabuig, desde donde podemos ver el impresionante edificio del Reloj.

Iglesia de Santa María del Mar

Atarazanas

Existe el proyecto de convertir la avenida del Puerto «de autopista urbana a paseo al mar». El futuro bulevar pasará de cinco a tres carriles de circulación, uno de ellos destinado exclusivamente a los autobuses de la EMT y los taxis. Además, contará con un carril bici bidireccional en calzada un 58 % más ancho que el de ahora y una banda de estacionamiento. Con ello, el espacio ajardinado y peatonal aumentará un 67 por ciento.

Casa Calabuig, el final de la avenida

Edificio del Reloj



Fuentes:
Fotografías originales del autor

Comentarios

Entradas populares de este blog

La desaparecida Academia Castellano, Valencia

La antigua Cárcel de Mujeres, Valencia

Homenaje a Blanquita