La Cigüeña


En el Paseo de la Alameda, justo al pasar a la otra parte del viejo Cauce por el puente de Calatrava, nos encontramos con el edificio del antiguo hospital maternal La Cigüeña, institución fundada y subvencionada por la Caja de Ahorros de Valencia. El antiguo hospital es propiedad de la Generalitat, desde 2016 se utiliza como sede de la Conselleria de Transparencia, y anteriormente ha acogido otras instituciones públicas, entre ellas las Consellerias de Agricultura, Sanidad y Bienestar Social.

Su aspecto actual se debe a la reforma de 1951. Es un edificio de estilo casticista ecléctico obra del arquitecto Antonio Gómez Davó que consta de bajo, tres plantas y ático. La fachada curva se retranquea en el chaflán, conformando un jardín en donde la antigua entrada de ambulancias se cubre con el gran balcón de la primera planta. En esta fachada, junto al balcón, se encuentra la escultura de una cigüeña que alude al primer uso del edificio. Los huecos recercados de piedra presentan tratamiento diferenciado según la altura. En 2019 se llevó a cabo la restauración de este emblemático edificio por el arquitecto Daniel Vila.

Fachada al Paseo de la Alameda

Escultura de la cigüeña

En 1990 la prensa publicaba informaciones de que actuales trabajadores habían salido asustados tras afirmar ver a una mujer vestida con un camisón rosa andando por los pasillos en busca de su hijo, mientras aseguraban que escuchaban llantos de un niño. A este misterio se le conoce como la Dama de Rosa y quienes creen en estos fenómenos lo asociaron a una madre que murió de parto en la época que fue clínica maternal. Los archivos del antiguo hospital certificaron que murieron solo dos mujeres, una de ellas llegó a dar a luz pero madre e hijo murieron a las pocas horas del parto. Según cuentan en prensa se llamaba Lourdes, era su primer hijo, y muchos relacionan este caso con la silueta que decían que aparecía por las noches en el edificio.

Acceso por la calle Amadeo de Saboya

Balcón en la fachada lateral


El antiguo hospital se vio relacionado con casos de niños robados en los años 60 y 70; en 2011 se cuentan hasta 84 diligencias abiertas por este motivo. En 2013 la Audiencia reabrió el caso de una mujer que dio a luz a gemelas en La Cigüeña en 1962 y denunció que podría haber sido víctima de presuntos “niños robados”. El tribunal ordenaba averiguar la identidad y el domicilio de las personas que tuvieron alguna responsabilidad en La Cigüeña en 1962, para llevar a cabo la inscripción de los nacimientos, defunciones y los enterramientos en ese periodo. Otra de las diligencias que ordena el magistrado se dirige a la Fundación Bancaja, en su condición de entidad responsable de la custodia y conservación de los archivos de la clínica La Cigüeña y solicita que se realicen las gestiones oportunas para localizar el historial clínico o cualquier otra información relativa a las personas que hubieran podido participar en el acto de alumbramiento de esta mujer el día 14 de marzo de 1962. Las cantidades que los padres adoptivos abonaron por los niños sustraídos con la excusa de que habían fallecido, en la mayoría de casos oscilaban entre los 300 y los 1.500 euros (entre 50.000 y 250.000 pesetas de la época). En algunos casos se alcanzaron sumas astronómicas. Hubo parejas que llegaron a pagar un millón de pesetas (6.000 euros) o incluso más. Las familias adoptivas debían de disfrutar de un alto poder adquisitivo, pero no todas. Según cuentan diversos hijos robados, sus padres les confesaron que les costó mucho esfuerzo hacerse con el dinero que les pedían. En algunos casos, se tuvieron que endeudar para conseguir lo que más deseaban: un bebé.

Monumento en el jardín alusivo a la maternidad

La forma de pago para hacerse con uno de estos bebés era variable. Algunos médicos acordaban la entrega de una señal al médico unos meses antes del parto y el resto, tras dar a luz. En otros casos incluso había donativos periódicos tras el alumbramiento. Estas donaciones respondían, en ocasiones, a una muestra de agradecimiento. Gratitud porque con este procedimiento ilegal los padres conseguían la adopción de forma rápida y además no quedaba rastro de los padres biológicos. En el otro lado están las madres que ahora presienten que sus hijos, a los que daban por muertos al fiarse de la palabra del médico, pueden estar vivos. En la mayoría de casos no existe parte de defunción y a veces el bebé ni siquiera figura como enterrado en el cementerio. Los afectados también indican que los sanitarios no les dejaban verlos e insistían en que "se encargaban ellos mismos del entierro".

Fuentes:
Fotografías originales del autor

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