El hotel Sidi Saler


Fue el mejor hotel de Valencia. El más lujoso. Construido en 1976 sobre un terreno de 19.628 metros cuadrados, de los que 3.883,81 están ocupados por los edificios que componen el complejo, el Sidi Saler tiene una superficie construida de 20.204 metros cuadrados que se reparten entre sótano, planta baja y seis alturas, 20.000 metros cuadrados de cemento, cristal y acero que permanecen ahora varados a un lado de la playa. Cuenta con 276 habitaciones.

Era el recinto de lujo preferido por las estrellas. Allí se refugió Sting el día que se canceló el concierto que tenía que dar en Valencia, a finales de mayo de 1988; se recuperó de su laringitis pasando el día en la piscina. La misma piscina en la que se divirtió la selección de Irlanda del Norte antes de ganar a la de España en el Mundial de 1982. Y ése fue el alojamiento que le ofrecieron al difícil Kleiber en su mítico concierto de febrero de 1999 en el Palau de la Música, aquel que según se dijo entonces costó 40 millones de pesetas, 240.000 euros. Ya no queda nada de aquellos años de gloria. El edificio se cae a pedazos. Un trozo de la fachada se desprendió hace años y nadie lo ha reparado. Igualmente pasa con el cartel de entrada, donde irónicamente se puede leer ‘lujo’; le falta un fragmento. Los vecinos de las fincas cercanas van con sus perros a pasear por sus jardines exteriores, lo único que queda en pie de su pasado de glamour kitsch. Las pistas de tenis están abandonadas. El Sidi Saler está agonizando.



Cada día que pasa está más cerca su derribo. La apuesta más segura es que el hotel Sidi Saler será historia en un plazo breve de tiempo. Las posibilidades de que siga en pie son mínimas, prácticamente nulas. Su destino, la piqueta. Es algo que se viene anunciando desde hace tiempo. La misma conformación del Govern de la Nau lo daba por seguro. Con una mayor protección del entorno y la Naturaleza, no casaba mantener un edificio así.

Desde que en enero de 2011 cerró y seis meses después pasó a concurso de acreedores, el hotel entró en una deriva legal y burocrática infernal que vaticinaba este mal final. Los trabajadores cobraron las indemnizaciones del Fogasa tras un largo via crucis. En 1986, el paraje donde se ubica el hotel fue declarado Parque Natural y, en 2007, se aprobó el deslinde que incorporó los terrenos a dominio público marítimo-terrestre, así que son propiedad del Estado.

El hotel pasó de las manos del BBVA a las de Divarian, la firma que constituyó el fondo Cerberus junto con BBVA (tienen un 80% y un 20% de las participaciones respectivamente) tras comprar los activos inmobiliarios de este banco. En la actualidad, es Haya Real State la entidad que gestiona los activos inmobiliarios de Divarian. Ninguna de estas firmas ha despejado hasta ahora la incógnita sobre el futuro del inmueble.



Fuentes:
Fotografías originales del autor

Comentarios

Entradas populares de este blog

La desaparecida Academia Castellano, Valencia

La antigua Cárcel de Mujeres, Valencia

Homenaje a Blanquita