Juan Bautista Romero y el asilo de San Juan Bautista


Juan Bautista Romero y Almenar nació el 25 de junio de 1807 en Valencia, hijo del segundo matrimonio entre los viudos Tomás Romero, un artesano de la industria de la seda y de Vicenta Almenar. Su familia era de origen modesto. Se casó joven con Mariana Conchés y Benet, quien también procedía de una familia modesta. Para los 34 años, Romero había desarrollado una intensa labor comercial e industrial en el negocio de la seda, y era conocido como uno de los mayores contribuyentes valencianos como comerciante sedero. Llegado a ser uno de los principales poseedores de fincas urbanas de Valencia según el padrón de 1866. Cuando en 1845, su hijo Juan Bautista Romero Conchés, el único que había sobrevivido a la infancia, falleció a los 20 años, mandó construir un gran panteón en el Cementerio de Valencia y durante sus últimos años de vida se dedicó al mecenazgo y la filantropía, donando diversos terrenos de su propiedad, como el palacete y jardines de Monforte, y financiando espacios públicos como la plaza de toros de Valencia. La reina Isabel II le nombra Marqués de San Juan por sus obras de beneficencia. Fallece en 1872, antes de la inauguración del asilo.

Puerta de acceso

Frontón

Las obras del Asilo comenzaron en 1868, siendo terminadas en 1873, momento en el cual siete Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl se hicieron cargo de la organización y administración de la nueva casa de caridad. Sin embargo, no es hasta el año siguiente, 1874, cuando ingresaron las primeras niñas -dado que en origen fue asilo para niñas pobres-, fecha en la que comúnmente se tiene, por extensión, como la inauguración del edificio. El edificio es obra del arquitecto Sebastián Monleón Estellés (1815-1878).

El edificio muestra una arquitectura de un academicismo neoclásico muy marcado. Se estructura alrededor de dos patios, en los laterales, ajardinados y porticados con pilares de fundición, uno para niños y otro para niñas, situados a ambos lados del eje central donde se encuentra la capilla de cruz griega. En la planta superior de los patios destaca un gran pavimento de cerámica Nolla de precioso colorido, considerado como uno de los más bonitos y con más valor a nivel de edificios en Valencia capital. Pueden verse fotografías del interior del edificio en este enlace. La construcción responde a los hábitos de la época: muros de cargas, forjados de vigueta de madera y cubiertas formando aguas sobre cerchas también de madera. El resto de las dependencias colegiales giran alrededor del conjunto. La fachada neoclásica con pilares de tradición corintia, recientemente restaurada, la forman tres grandes cuerpos, situando en el central la puerta de acceso que está rematada por un frontón con relieves alegóricos. 

Fachada lateral
Fachada posterior

Para su respetuosa rehabilitación se contó con Javier Bonilla y Miguel Pecourt, arquitectos responsables de, entre otros aspectos positivos, la recuperación de un cierre perimetral más permeable que sustituyó al alto muro que antes ocultaba parcialmente el inmueble.


En la actualidad, la Universidad Católica ocupa el edificio que su fundador destinó a niños pobres, vulnerando y desoyendo el legado que el propio Juan Bautista Romero, marqués de San Juan, dejó registrado en el estatuto de la entidad benéfica, encomendando a los encargados futuros de la institución, o del edificio, mantener la función de acogida y educación de niños sin recursos. El tema fue llevado, incluso, a los tribunales. Desde el arzobispado se menciona, en declaraciones a la prensa, que la Universidad ocupa el edificio en régimen de alquiler y que por ello pagan a la fundación que lo gestiona, en manos de herederos, una cantidad considerable.

Fuentes:
Fotografías originales del autor.

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