El convento de Nuestra Señora de los Ángeles, Valencia


Este monasterio se levantó, según escribe Teixidor (II, 245), «en el lugar mismo donde se plantó la tienda de campaña del Rey Don Jaime, cuando cercó dicha ciudad (de Valencia) y la ganó a los moros». Se fundó el día 2 de agosto de 1661 sobre lo que fuera en su origen la finca de recreo y esparcimiento del Abal Allah al Balansi (¿-823), extramuros de la ciudad. Su fundador fue el Arzobispo de Valencia don Martín López de Ontiveros. Deseando el prelado fundar, a sus expensas, un convento de religiosas que profesasen la primera Regla de Santa Clara y conociendo la estrecha observancia del Monasterio de Nuestra Señora del Santo Espasmo de Jerusalén, extramuros de Valencia, pensó en las religiosas de este monasterio para su deseada fundación.

Había en el Monasterio de Jerusalén una religiosa con fama de santidad, Sor María del Santísimo Sacramento, quien había sabido ya por revelación los deseos del Arzobispo, respecto a la fundación. Ésta le manifestó que era voluntad del Señor que se realizara cuanto antes, y en una altura que había frente a la Plaza de Ruzafa. Hechas las oportunas consultas, y resueltas las dificultades que se presentaron, logró adquirir el Arzobispo unas casas en el lugar indicado, con espacio suficiente para convento, iglesia y huerto.

Iniciada la fábrica del convento el 11 de enero de 1661, se hizo una pequeña capilla para el culto de las religiosas, mientras se construía la que ahora tienen, y terminado el dormitorio y las dependencias más necesarias, se procedió a la erección oficial del monasterio, con el traslado e institución de las religiosas en esta nueva casa. El Arzobispo, con las Superioras del Monasterio de Jerusalén, eligieron a seis religiosas de dicho monasterio, las más ejemplares y virtuosas. Y fijaron como día del traslado el martes, 2 de agosto de 1661, festividad de Nuestra Señora de los Ángeles (o Porciúncula) que sería el titular de la iglesia y monasterio.

El traslado se hizo con todo sigilo, a las 2 de la madrugada, cuando dormía tranquila la Comunidad. Con los coches necesarios, se dirigieron a Ruzafa, donde “se apearon a la puerta de la pequeña iglesia; entraron y hechas ciertas deprecaciones y ceremonias, se introdujeron en la clausura... Quedó desde este día fundado el convento que se conserva con admirable religión y observancia... Era el término de Ruzafa en aquellos años, campo fatal de batallas, teatro de odios, enemistades, venganzas y muertes, con ruina de varias familias, entre sí opuestas, divididas en bandos... y después de fundado el convento se experimentó una gran paz, y se extinguieron los bandos en los vecinos de dicho pueblo”. (De las Crónicas del Monasterio). En 1699 se concluía la iglesia, y en ella se halla enterrado, por deseo personal, el fundador del convento, en cuya losa reza: «Hic jacet Martinus de Ontiveros indignus Archiepiscopus Valentinus Filii Orate pro me». 


El antiguo monasterio ocupaba totalmente la actual calle Músico Padilla y parte de la calle Pintor Salvador Abril, con la manzana de casas que hay entre esta calle y la de General Prim. La fachada principal recaía a la actual calle General Prim, como puede apreciarse en la fotografía que publicamos. Tenía espacioso huerto, con árboles frutales y ricas tierras de regadío, y una ermita dedicada a San Juan Bautista.

Como tantos otros conventos, sufrió éste los estragos de la guerra civil. Se conserva la iglesia, con sus clásicas tribunas claustrales; su coro alto y su coro bajo. Mientras se levantaba el actual convento, cuyas obras se comenzaron el día 27 de noviembre de 1944, tuvieron que vivir las religiosas en la casa que tenían destinada para el capellán. El 1 de enero de 1947 el Arzobispo de Valencia, don Marcelino Olaechea, bendecía solemnemente la nueva casa. Desde 2007 el convento está ocupado por monjes de la orden franciscana.

El convento es un cuadrilátero irregular que abraza el templo, con fachada exterior de ladrillo visto y vanos con frontón partido barroco y remates de bolas y pirámides. La iglesia se conserva casi intacta, y es uno de los edificios religiosos mejor conservados y más desconocidos de Valencia. En su interior el orden jónico estructura una planta de cruz latina sobre la que descansa una cúpula sobre pechinas. Tanto los brazos del crucero como del presbiterio se cubren con bóvedas de cañón, siendo el tramo restante y el coro alto de cañón con lunetos. Destacan las capillas de San Antonio de Padua y la Dormición de la Virgen, en la que se conserva una pequeña imagen de estilo rococó, y en los extremos del crucero se venera a la Virgen de los Desamparados y a San José. Peor suerte corrió el altar mayor de la iglesia, actualmente desaparecido. Se trataba de un altar de madera dorada de dos cuerpos de orden corintio y decoración churrigueresca, que fue sustituido, tras la guerra civil, por las pinturas de Cardells. De gran riqueza artística el convento destaca por sus decoraciones en las bóvedas de la iglesia, en las que son patentes los modelos compositivos tomados de Vicente López y el eco de la belleza y el colorido de las figuras de Luca Giordano. Sin embargo, no podemos dejar de resaltar el retrato de la madre sor María Tomás de Villanueva, obra de Vicente López, en el que aparece representada ya entrada en años, con la pluma en la mano, suspendida en el aire, al modo de la iconografía de Teresa de Ávila. Igualmente destaca la colección de escritos y oraciones fúnebres por las exequias de las venerables monjas, especialmente los de las exequias de sor María de Santa Clara, pronunciado por Fr. Joaquín Llansol y el tratado ascético moral escrito por sor María de Santo Tomás de Villanueva, que fueron grabados según dibujos de Vicente López. 

El convento actual, proyectado por el arquitecto Salvador Pascual Gimeno en 1941 con el fin de reconstruir el antiguo convento, muy deteriorado en la guerra y abrir la calle de músico Padilla, se construyó en líneas barrocas, con remates mixtilíneos, bolas y pináculos herrerianos. También cabe señalar su impronta bizantina en la sucesión de arcadas de la fachada principal de la calle Pintor Salvador Abril. Aquí utiliza además columnas salomónicas que sujetan los arcos. La fachadas son de ladrillo visto con recercados y molduras mixtilíneas que rompen la tersura de los muros. Recientemente ha sido rehabilitado, si bien la fachada de la capilla no se ha intervenido en esta última actuación.

Fuentes:
Fotografías originales del autor

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